El pasado 4 de febrero se celebró el Día Mundial contra el Cáncer, su principal objetivo es aumentar la concienciación y movilizar a la sociedad para avanzar en la prevención y control de esta enfermedad.
Actualmente hay un gran interés por intentar tener hábitos saludables en nuestro día a día entre los que se encuentra la práctica regular de ejercicio físico.
La práctica regular de ejercicio físico adecuada se asocia con beneficios para la salud, como mejoras en el control del peso, la aptitud muscular y cardiorrespiratoria, la salud ósea y funcional y un riesgo reducido de caídas y varias enfermedades no transmisibles, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, depresión y algunos cánceres
Concretamente en el área del cáncer, cada vez existe más evidencia científica de que el ejercicio puede ayudarnos a prevenir el cáncer, controlar la progresión de la enfermedad, interactuar con los tratamientos anticancerígenos, y mejorar el funcionamiento físico y psicosociales de los pacientes. Debido a esto las mejoras en el manejo del cáncer, la cantidad de sobrevivientes de cáncer y el tiempo de supervivencia están aumentando.
El ejercicio puede ayudar a prevenir el cáncer reduciendo los niveles circulantes de varios mediadores, como el factor de crecimiento de la insulina-1 (IGF-1) un mitógeno que desencadena la proliferación celular. Además, uno de los principales efectos "anticancerígenos" del ejercicio reside en la mejora de la función inmunitaria, a intensidades moderadas, el ejercicio puede estimular el sistema inmunológico innato, especialmente las células asesinas naturales (NK).
Es importante destacar que el músculo esquelético, especialmente durante las contracciones musculares, libera moléculas conocidas como "mioquinas" en el torrente sanguíneo, que actúan sistémicamente para inducir una serie de efectos que promueven la salud, como una menor inflamación y una menor resistencia a la insulina. Algunas mioquinas también pueden inducir efectos anticancerosos directos (a través de la estimulación de la apoptosis (muerte celular programada) en las células tumorales), como la oncostatina M. La infiltración de células NK inducida por el ejercicio antes mencionada en los tumores parece estar mediada por la liberación de interleucina 6 por el músculo en el torrente sanguíneo.
Es importante resaltar que el ejercicio es factible, efectivo y seguro en pacientes con cáncer durante el curso de la enfermedad. Sin embargo, existen recomendaciones específicas para los diferentes momentos de la enfermedad y sus terapias.
Como pautas generales se recomienda llegar al menos a 150 minutos de actividad física de intensidad moderada, ejemplo andar una hora al día, y muy recomendado la realización de al menos 2 días de fortalecimiento muscular , con el objetivo de disminuir la atrofia muscular derivada del gran sedentarismo y del tratamiento anticancerígeno que sufren los pacientes de cáncer e igualmente importante para mantener la masa muscular tan importante en las personas mayores, las cuales a demás deberían de realzar ejercicios de equilibrio para prevenir las caídas tan frecuentes en edades avanzadas.
Podemos concluir diciendo que el ejercicio físico además de ser una herramienta saludable, también es una herramienta terapéutica en la lucha contra esta enfermedad.
- Pollán, M., Casla-Barrio, S., Alfaro, J., Esteban, C., Segui-Palmer, MA, Lucia, A. y Martín, M. (2020). Ejercicio y cáncer: declaración de posición de la Sociedad Española de Oncología Médica. Oncología clínica y traslacional: publicación oficial de la Federación de Sociedades Españolas de Oncología y del Instituto Nacional del Cáncer de México , 22 (10), 1710-1729. https://doi.org/10.1007/s12094-020-02312-y